IBRI Informe Investigación No. 6 (1981, 1988)
IBRI Research Report No. 6 (1981, 1988)
 

EL MODELO DEL MESÍAS EN EL NUEVO TESTAMENTO
THE NEW TESTAMENT MODEL OF THE MESSIAH

Robert C. Newman
Biblical Theological Seminary (now Missio Seminary)
Hatfield, Pennsylvania

Derechos de autor © 1981, 1988 por Robert C. Newman. Todos los derechos reservados.
Copyright © 1981, 1988 by Robert C. Newman. All rights reserved
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EDITOR'S NOTE

Although the author is in agreement with the doctrinal statement of IBRI, it does not follow that all of the viewpoints espoused in this paper represent official positions of IBRI. Since one of the purposes of the IBRI report series is to serve as a preprint forum, it is possible that the author has revised some aspects of this work since it was first written. 

ISBN 0-944788-06-8


 
      Varias personas y eventos son predichos por los profetas del Antiguo Testamento. Ninguno es más interesante que el libertador prometido que ha de venir y rescatar a Israel de sus enemigos. Esta persona es conocida por los judíos y los cristianos como el Mesías.

     En los siglos cerca del inicio de la era cristiana, muchos judíos trataron de reconstruir las referencias dispersas del mesías en el Antiguo Testamento con el fin de averiguar quién era, lo que haría, cuándo vendría, y tales. La situación en ese tiempo era como la del cristianismo evangélico hoy, donde hay animados debates en torno al tiempo y la naturaleza de los eventos  relativos a la segunda venida de Cristo, como se ilustran  en el Nuevo Testamento.

     Afortunadamente una serie de archivos de la antigüedad, que preservan información acerca de la especulación mesiánica en aquel tiempo, han sobrevivido. Lo más temprano que se encuentra este material es en la llamada literatura apocalíptica -- el libro de Enoc, el Testamento de los Doce Patriarcas, los Oráculos Sibilinos, 2 Baruc, y 4 Esdras, para nombrar solo algunos – que datan del siglo dos antes de Cristo (A.C.) al segundo siglo D.C.1  El descubrimiento de los rollos del Mar Muerto, una biblioteca completa perteneciente a una comunidad monástica judía en Qumrán, ha añadido a dicho material, proveyendo manuscritos tempranos de la literatura apocalíptica y también  discusiones y comentarios bíblicos cerca de la época de Jesús.2

     Además del primer siglo D. C., tenemos escritos de los primeros cristianos, preservados en el Nuevo Testamento. De acuerdo con estos registros, las profecías del Mesías del Antiguo Testamento fueron aplicadas a un Jesús de Nazaret, por Jesús mismo y sus seguidores inmediatos. En los primeros siglos después de la época de Jesús, las tradiciones orales y debates de los rabinos concernientes a la profecía mesiánica se escribieron en la literatura rabínica. La más extensa colección de esta literatura es el Talmud Babilónico.3

     Durante estos siglos las profecías acerca del Mesías del Antiguo Testamento funcionaron como los “datos” disponibles (para utilizar terminología de la ciencia), a partir de los cuales se construyeron varios “modelos” o “teorías,” cada uno de ellos intentaba producir una imagen unificada de la venida del Mesías o los Mesías. Varios “modelos apocalípticos” fueron elaborados, incluido un “modelo de Qumrán”; había un “modelo del Nuevo Testamento” o “modelo cristiano”; y había varios “modelos rabínicos” acerca del Mesías. En este capítulo, compararemos estos modelos uno con otro y, más importante, con los datos del Antiguo Testamento. Veremos que el modelo del Nuevo Testamento resulta ser claramente superior a sus competidores en el ajuste con los datos del Antigua Testamento.

     En la ciencia, cuando dos o más modelos han sido propuestos para explicar algunos fenómenos, los investigadores tratan de diseñar un experimento crucial para distinguir entre los modelos, uno que descarte a todos excepto a un modelo, o que al menos demuestre su clara superioridad. En nuestro caso, como en cualquier investigación histórica, los experimentos no son posibles. Sin embargo todavía podemos buscar ciertos datos cruciales  que desempeñen una función similar. De hecho, los datos del Antiguo Testamento con respecto al Mesías contienen varias paradojas que hacen especialmente difícil construir un modelo satisfactorio. Un modelo que sea capaz de manejar estas paradojas será claramente superior a aquellos que no puedan.
 
     Esta forma particular de argumento es importante hoy, puesto que los teólogos liberales buscan descartar cualquier apelación a la profecía cumplida como evidencia para el cristianismo. Los liberales a menudo acusan a los cristianos evangélicos de parcialidad, afirmando que ellos “saquean el Antiguo Testamento” para encontrar pasajes que puedan ser distorsionados en predicciones acerca de Jesús. Los evangélicos, por otro lado, sienten que el rechazo liberal de lo milagroso plantea la cuestión de la verdad del cristianismo bíblico, que no es nada si no es milagroso. Cualquier investigación que pueda trasladarnos a la época  de la venida de Jesús nos permitirá experimentar, hasta cierto punto, el impacto que estas profecías tuvieron sobre los antiguos. Nos permitirá ver otra razón por la cual el cristianismo experimentó ese impresionante crecimiento en el momento en que el Judaísmo cesó de ser una religión misionera.

     No vamos a parcializar esta investigación examinando pasajes que sólo el Nuevo Testamento afirme que son mesiánicos, ni rechazar pasajes que el liberalismo moderno ha dudado que sean mesiánicos. En lugar de eso vamos a tomar en cuenta sólo pasajes que fueron considerados mesiánicos por los antiguos rabinos.4

El Oficio del Mesías

     La palabra Mesías fue tomada por el Español directamente de la palabra hebrea que significa  “el ungido.” De manera similar Cristo fue tomado del griego con el mismo significado. Las palabras se refieren a la práctica ceremonial de derramar aceite de oliva perfumado en la cabeza de una persona para designarla como el escogido de Dios para alguna tarea importante. En el Antiguo Testamento, tanto el sumo sacerdote como el rey de Israel eran ungidos cuando asumían el oficio. Entonces la pregunta surge naturalmente, “¿Es el mesías predicho un rey o un sacerdote?”
 
    Aparentemente, la secta Judía en Qumrán esperaba  dos Mesías. Su Manual de Disciplina habla de la venida de los “Mesías de Aarón e Israel.”
5 Puesto que el sumo sacerdote es un  descendiente de Aarón y el rey gobernaba sobre todo Israel, la mayoría de los eruditos piensan que esto se refiere a un rey-mesías y un sacerdote-mesías.6 Esta idea probablemente no fue única de Qumrán, puesto que los Testamentos de los Doce Patriarcas ilustran a un Mesías de Leví (ancestro de Aarón)7 y un Mesías de Judá (ancestro de David).8

     Este modelo de dos-mesías puede parecernos extraño, pero realmente es muy razonable. Las regulaciones del Antiguo Testamento para Israel mantenían el sacerdocio y la autoridad civil estrictamente separados. Ni Moisés, Josué ni los jueces eran sacerdotes (sólo Samuel, en un período de crisis de la historia de Israel, se acerca). Ni la monarquía fue dada a los descendientes de Leví. De hecho, cuando el rey Uzías trató de actuar como sacerdote al quemar incienso  (2 Cron 26:16-21), Dios lo hirió con lepra, deteniendo sus pretensiones sacerdotales y efectivamente poniendo fin a su reinado también. Por lo tanto la idea que un futuro rey y un futuro sacerdote debían ser individuos separados era algo profundamente arraigado en el pensamiento judío.


     Desde esta perspectiva es más bien sorprendente que el Nuevo Testamento vea al Mesías como una sola persona quien es ambos rey y sacerdote. Por ejemplo, Heb 1:8 claramente muestra a Jesús como rey, mientras los capítulos 3 hasta el 10 de la misma carta examinan su actividad sacerdotal. Visto a la luz del contexto general del Antiguo Testamento, esto parecería trascender una distinción cuidadosamente colocada, casi como si el autor de Hebreos fuera un gentil no familiarizado con la Escritura del Antiguo Testamento.

     De hecho, no obstante, ésta es una de las paradojas de la profecía Mesiánica del Antiguo Testamento. Aunque las regulaciones del Antiguo Testamento mantenían los dos oficios cuidadosamente separados, esto probablemente tiene la intención de hacer que el Mesías se destaque como aquél que combina  los dos en una persona. El salmo 110, reconocido como mesiánico en tiempos pre-cristianos,9 habla de Dios estableciendo a alguien como gobernante (vv 1-3) quien es también sacerdote (v 4): `` El SEÑOR ha jurado y no cambiará de parecer:«Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.» Pero justamente debido a la estricta separación de realeza y sacerdocio en Israel, fue necesario que el escritor del salmo 110 se devolviera a Génesis, siglos antes de que Israel se convirtiera en nación, para encontrar en la misteriosa figura de Melquisedec (Genesis 14) ¡un ejemplo de una persona justa quien es ambos sacerdote y rey!

     Aquí, entonces, vemos que el modelo de Qumrán de dos Mesías, aunque inicialmente más razonable, no ha podido hacer frente a un pasaje mesiánico significativo. Debido a que parece ir contra el tenor general del Antiguo Testamento, el salmo 110 fue aparentemente ignorado, sin considerar por qué Dios pudo haber mantenido tan estricta separación. En la pregunta importante del oficio del Mesías, el modelo del Nuevo Testamento es claramente superior, resolviendo una paradoja significativa.


La Obra del Mesías

     Como el Mesías es un rey, nosotros naturalmente esperamos que parte de su trabajo sea gobernar. En esto no somos defraudados, ya que un gran número de pasajes del Antiguo  Testamento hablan del reinado del Mesías.10

     También vimos en el salmo 110 que el Mesías es un sacerdote. Sin embargo, hay pocos pasajes que hablen explícitamente de su actividad sacerdotal. Además del Sal 110, sólo tenemos la revelación bastante difícil dada en Zac 6:12-15. El profeta Zacarías, aparentemente representando una parábola ante la instrucción de Dios, hace una corona de oro y plata de las contribuciones de los exiliados judíos. Él la coloca en la cabeza de Josué el sumo sacerdote. Hablando de alguien llamado “el Renuevo,” Zacarías dice:

Éste es aquel cuyo nombre es Renuevo,
pues echará renuevos de sus raíces
y reconstruirá el templo del SEÑOR.
 Él reconstruirá el templo del SEÑOR,
se revestirá de majestad
y se sentará a gobernar en su trono.
También un sacerdote se sentará en su propio trono,
y entre ambos habrá armonía. (Zac 6:12-13)

     No parece probable que se pretenda que Josué sea el Renuevo, puesto que Zacarías luego le quita la corona y la coloca en el templo como un conmemorativo. Esto es confirmado por Zac 3:8, donde el profeta dice: “Escucha, Josué, sumo sacerdote, y que lo oigan tus compañeros, que se sientan en tu presencia y que son un buen presagio:
Estoy por traer a mi siervo, estoy por traer al Renuevo.''

     Aunque hay pocos pasajes que ilustran al Mesías actuando como sacerdote, hay una serie de profecías que describen una figura quien va a sufrir, y cuyo sufrimiento va a producir resultados inusuales. El salmo 22, por ejemplo, ilustra a uno quien sufre hasta la muerte y luego es librado. La historia de lo que ha pasado debe esparcirse por todo el mundo y transmitirse a las generaciones futuras. Isaías 53 habla de una víctima despreciada que carga los pecados de otros a su tumba. Luego él es liberado y tan exaltado que los reyes se asombran. Zac 12:10-13:9 ilustra a uno que es traspasado. Como resultado, Israel se enlutará y luego será limpiada de pecado. Estos pasajes fueron entendidos como refiriéndose al Mesías en la literatura antigua rabínica.11 En efecto, desde un punto de vista rabínico temprano, el Mesías es llamado “el erudito leproso,” como está escrito, “Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos [un leproso] herido, golpeado por Dios, y humillado.' '' (Isa 53:4)12


     Para el segundo siglo D.C., sin embargo, el modelo rabínico ha llegado a incluir a dos Mesías. Éstos no son un rey y un sacerdote como en Qumrán, sino un rey y un general. El general es llamado “Mesías ben (hijo de) José” o “Mesías ben (hijo de) Efraín.” Él aparecerá al final de la edad previo al rey Mesías, llamado “Mesías ben (hijo de) David.” Él a su vez guiará el regreso de Israel a Palestina, establecerá un gobierno y adoración en el templo, pero luego sufrirá y morirá en la batalla contra los gentiles enemigos de Israel.13 Los pasajes de sufrimiento de la profecía mesiánica del Antiguo Testamento son asignados a él en lugar de al rey Mesías. En contraste con este modelo rabínico, el Nuevo Testamento aplica tanto las predicciones de sufrimiento como las de gobierno a una persona, Jesús de Nazaret. Isaías 53 es asociado con él cerca de cuarenta veces y el salmo 22 cerca de veinticinco veces. Zac 12:10 es aplicado a Jesús dos veces, en Juan 19:37 y Apoc 1:7.

     ¿Quién tiene la razón? Es digno de notar que Zac 12:10, “Ellos pondrán sus ojos en mí. Harán lamentación por el que ellos traspasaron,” es explícitamente asignado al Mesías ben (hijo) José por los rabinos.14 Pero a menos que uno arbitrariamente aplique el primer “ellos” a Israel y el segundo a los gentiles (para lo cual no hay apoyo en el contexto), ¡parece que el “traspasado” ha sido herido por Israel! Esto no concuerda con la imagen rabínica del Mesías ben (hijo de) José (asesinado por los invasores gentiles), pero indudablemente encaja bien con el modelo del Nuevo Testamento.

 Del mismo modo, Isa 53:10, en el cual Dios hace de la vida del sufriente “una ofrenda de culpa”, calza bien con el modelo del Nuevo Testamento; la carta a los Hebreos presenta a Jesús como sacrificio además de sacerdote. Pero todo este aspecto sacrificial, una característica central del cristianismo del Nuevo Testamento, está ausente en el Mesías ben [hijo de] José y en la perspectiva rabínica en general.

La Venida del Mesías

     Consideremos la venida del Mesías, no cuándo él va a venir (el tema del siguiente capítulo) sino cómo él ha de venir. Aunque las preguntas, “¿Ha de venir como un niño o como un adulto?” y “¿Vendrá él públicamente o secretamente?” son de considerable interés, vamos a limitar aún más nuestra discusión a otro aspecto, a saber, “¿Será la venida del Mesías una de exaltación o de humildad ?”

     Naturalmente, puesto que el Mesías es un rey enviado por Dios, uno esperaría que su venida fuera gloriosa. Esta es la imagen que obtenemos de Dan 7:13-14:

13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.
14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.


     Así el que recibe un reino universal, eterno vendrá “con las nubes del cielo,” algo semejante a la así llamada gloria Shekinah del Monte Sinaí, la peregrinación del desierto y el templo.15

     Por otro lado, Zac 9:9 presenta una venida humilde:

9 ¡Alégrate mucho, hija de Sión!
¡Grita de alegría, hija de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti,
justo, salvador y humilde.
Viene montado en un asno,
en un pollino, cría de asna.


     Siguiendo el  modelo rabínico arriba mencionado, uno querría asignar este versículo, con su humilde venida, al Mesías ben [hijo de] José, pero Dan 7:13-14, mencionado arriba, lo asigna al Mesías ben [hijo de] David. Sin embargo, el Mesías ben [hijo de] José no es un rey (puesto que el reinado fue otorgado a los descendientes de David, de la tribu de Judá), pero el jinete en Zac 9:9 es explícitamente llamado un rey. Este versículo por lo tanto presenta un problema serio al modelo rabínico.

     Dos intentos se han hecho para mitigar la fuerza de esta dificultad. Una es el ver Zac 9:9 como una verdadera venida exaltada. Cuando el emperador persa Shapur en broma ofreció prestar a los judíos un caballo para que su Mesías no tuviera que venir en un burro, el rabí Samuel replicó, “¿Tiene usted un caballo de cien colores?”16 Samuel entonces supone que la monta del Mesías no sería un animal ordinario, sino uno sobrenatural. Esta sugerencia, sin embargo, tiene el problema que Zac 9:9 explícitamente llama la venida del rey “humilde.”

     El otro intento fue propuesto por Rabí Josué.17 Él sugirió que Daniel 7 y Zacarías 9 ilustran posibilidades alternativas en lugar de la ocurrencia de ambas en la realidad. Si Israel es digno, el Mesías vendrá “con las nubes del cielo.” Si no, él vendrá “humilde y montado en un asno.”

     El Nuevo Testamento, por otro lado, ilustra estas dos venidas como reales y sucesivas: el Mesías viene primero en humildad, a sufrir y morir por los pecados de su pueblo; más tarde, él regresa con poder para rescatar a su pueblo, juzgar a sus enemigos y reinar para siempre. Esto sin duda provee un mejor ajuste con los datos del Antiguo Testamento, puesto que no hay ninguna indicación en los contextos que  Daniel 7 y Zacarías 9 sean simplemente posibilidades alternativas. De hecho, el Nuevo Testamento es capaz de enlazar la venida humilde con el sufrimiento del Mesías (como no pueden los rabinos) simplemente porque el Mesías sufriente es la misma persona que el rey que viene. Él puede por lo tanto ser designado “rey” por el profeta (Zac 9:9) aún ante su humilde venida. Aquí nuevamente, vemos la superioridad del modelo del Nuevo Testamento al manejar las paradojas en los datos del Antiguo Testamento.

La Naturaleza del Mesías

     Habiendo examinado el oficio, la obra y la venida del Mesías, consideremos su naturaleza. ¿Qué tipo de ser iba a ser el Mesías?

     Como el Mesías es llamado frecuentemente el hijo de David, sería más natural asumir que el Mesías es meramente humano. Éste parece haber sido el punto de vista de algunos escritores apocalípticos18 y del judaísmo rabínico tardío, en el cual la humanidad del Mesías, tal vez en reacción al cristianismo, vino a ser enfatizada en detrimento de cualquier característica sobrehumana. En consecuencia cuando Rabí Akiba (2do siglo D.C.) propuso que uno de los tronos en Dan 7:9 debería ser para Dios y otro para David (un nombre para el Mesías), él fue duramente reprendido por Rabí José el Galileo: “Akiba, ¡hasta cuándo va a tratar la Divina Presencia como profana! Más bien, debe significar, uno por la justicia y uno por la gracia.''19 ¡Ni siquiera el Mesías debía colocarse en tan estrecha proximidad con Dios!

     Otros escritores apocalípticos, sin embargo, vieron al Mesías como más que simplemente humano. Por ejemplo, la Asunción de Moisés dice de la venida del rey mesiánico:

Y entonces Su reino se manifestará a través de toda Su creación. Y entonces el diablo tendrá su fin, y la tristeza será quitada junto con él. Entonces las manos del Ángel serán llenas, quien es establecido en lo más alto, quien los vengará de sus adversarios. Porque el Celestial se levantará desde el trono de Su reino, y saldrá de Su santa habitación.20


    Aquí el Mesías parece ser llamado “el Ángel.” Del mismo modo, en el libro de Enoc, en un pasaje que alude a Daniel 7:

Y luego yo ví Uno que tenía una cabeza de días, y Su cabeza era blanca como la lana, y con Él estaba otro ser cuyo rostro tenía la apariencia de un hombre, y su cara estaba llena de gracia, como uno de los santos ángeles.21


     Entonces algunos de los escritores apocalípticos percibieron al Mesías como siendo angélico o como una combinación de hombre y ángel.

     El Nuevo Testamento ilustra al Mesías como un hombre, por supuesto, pero también como mucho más que un hombre. Con su doctrina del nacimiento virginal, el Nuevo Testamento transciende aún los modelos apocalípticos de un Mesías angélico. El modelo del Nuevo Testamento parece ser único en representar al Mesías como divino.

     Pero de hecho el Nuevo Testamento no es único en este punto. ¡Los datos del Antiguo Testamento incluyen pasajes que exigen el modelo del Nuevo Testamento! Por ejemplo, Miqueas 5:2 dice:

Pero de ti, Belén Efrata,
pequeña entre los clanes de Judá,
saldrá el que gobernará a Israel;
sus orígenes se remontan hasta la antigüedad,
hasta tiempos inmemoriales.


    Aunque este pasaje no requiere la deidad del Mesías, sí necesita su pre-existencia. Esta persona habría estado activa por un muy largo tiempo (el hebreo es consistente con un período ya sea finito o infinito), sin embargo él reclamará una aldea judía, Belén, como su pueblo natal. Aparentemente el Mesías va a nacer y sin embargo ha existido mucho antes de su nacimiento. Algunos de los rabinos, para evitar esta conclusión, imaginan al Mesías, después de haber nacido en Belén, esperando de incógnito por siglos hasta que Israel fuera digno de su venida, mientras tanto hace buenas obras vendando leprosos a las puertas de Roma!22

     Que el Mesías deba ser ambos hijo de David y pre-existente se ve ocasionalmente en la literatura apocalíptica,23 probablemente debido a pasajes del Antiguo Testamento como éste. Pero debido a que nadie sabía cómo reconciliar las dos ideas, éstas no fueron enfatizadas como lo son en el Nuevo Testamento.

     Otro pasaje de éstos es Isa 9:6:

Porque nos ha nacido un niño,
se nos ha concedido un hijo;
la soberanía reposará sobre sus hombros,
y se le darán estos nombres:
Consejero admirable, Dios fuerte,
Padre eterno, Príncipe de paz.

El siguiente versículo deja claro que esta persona es el Mesías, puesto que él va a gobernar para siempre desde el trono de David.

     Que esta persona va a nacer es aún más claro aquí que en Miqueas 5:2, sin embargo también lo es su deidad. Aunque se han hecho intentos agotadores para debilitar los títulos dados a esta  persona,24 la concurrencia de título, su gobierno eterno y su pre-existencia encajan perfectamente con un ser que es tanto Dios como hombre.

     Este modelo del Nuevo Testamento, que une ambos, deidad y humanidad en una persona, también explica algunos otros problemas desconcertantes: (1) cómo el sufriente de Isaías 53 puede llevar los pecados de muchos; (2) cómo se pueden dirigir al rey del Sal 45:6 como Dios; (3) cómo el sacerdote-rey del salmo 110 es llamado “Señor” por su padre David; y (4) por qué la muerte y resurrección del sufriente en el Salmo 22 e Isaías 53 es tan importante tanto para Israel como para los gentiles. Éstos son misterios en los otros modelos Mesiánicos.

Conclusiones

     En este capítulo, hemos visto la superioridad del modelo del Mesías del Nuevo Testamento con respecto a sus competidores para ajustarse a ciertas referencias paradójicas del Antiguo Testamento concernientes al oficio, obra, venida y naturaleza del Mesías. Esto no sólo indica que el Dios del Antiguo Testamento es Aquél que controla la historia y anuncia “el fin desde el principio,” sino también que el Nuevo Testamento y su Mesías son la continuación y cumplimiento de su revelación a la humanidad.

     Esta línea de argumentación es también importante porque nos presiona a hacer una elección sin esperar “hasta contar con todos los datos.” Nosotros no deberíamos sorprendernos que esto sea así, porque nosotros somos forzados a hacer esto al tomar la mayoría de nuestras decisiones en la vida cotidiana. Ninguna teoría científica, de hecho, está basada en una inducción de todos los datos. Somos confrontados justo ahora con las respuestas de la Biblia a las preguntas cruciales de la vida, con las exigencias de Dios sobre nosotros, y con nuestra indisposición e inhabilidad para obedecerlo satisfactoriamente.

     Hay todavía otro aspecto que le da ventaja al modelo del Mesías del Nuevo Testamento. A diferencia de otros modelos, también presenta una figura histórica real como candidato para su Mesías, Jesús de Nazaret. La mayoría de los historiadores concederá que este Jesús ha tenido tan grande impacto en la historia como cualquier hombre que haya jamás vivido. Sin embargo, este modelo del Nuevo Testamento se presenta como la propia explicación de Jesús de su  persona y obra, no sólo la evaluación de siglos posteriores.

     Finalmente, el Nuevo Testamento, escrito en el curso de la vida de gente que observó personalmente el ministerio de Jesús, informa que él se levantó de los muertos; que él mismo demostró estar vivo a cientos de hombres y mujeres quienes más tarde murieron antes que renunciar a su testimonio; que él ascendió al cielo a esperar su segunda venida.

     Que  nosotros no esperemos hasta su regreso antes de volvernos a él en arrepentimiento y confianza, para que su sufrimiento hace dos mil años pueda evitar nuestro sufrimiento por toda la eternidad.

Referencias

1. Traducciones en Inglés de la mayoría de estas obras pueden encontrarse en R. H. Charles, ed., The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament, (La Apócrifa y Pseudoepígrafa del Antiguo Testamento) 2 vols. (Oxford: Clarendon Press, 1910) y en James H. Charlesworth, ed., The Old Testament Pseudepigrapha, (La Pseudoepígrafa del Antiguo Testamento) 2 vols. (Garden City: Doubleday, 1983-85).

2. Entre muchas discusiones de los rollos del Mar Muerto, véase F. M. Cross, Jr., The Ancient Library of Qumran and Modern Biblical Studies, (La Antigua Biblioteca de Qumrán y Estudios Bíblicos Modernos) 2nd ed. (Garden City: Doubleday, 1961); William S. LaSor, The Dead Sea Scrolls and the New Testament (Los rollos del Mar Muerto y el Nuevo Testamento) (Grand Rapids: Eerdmans, 1972); and G. Vermes, The Dead Sea Scrolls in English (Los rollos del Mar Muerto en Inglés) (Baltimore: Penguin, 1968). Vermes también provee traducciones de los escritos propios de la secta de Qumrán.

3. La traducción Inglesa Estándar es Isidore Epstein, ed., The Babylonian Talmud, (El Talmud Babilónico) 35 vols. (London: Soncino, 1935-52). Para ayuda al explorar esta vasta colección, yo sugiero Hermann L. Strack, Introduction to Talmud and Midrash  (Introducción al Talmud y Midrás) (New York: Atheneum, 1969 reprint) y A. Cohen, Everyman's Talmud (El Talmud de cada hombre) (New York: Schocken, reimpresión 1978 ).

4. Una discusión conveniente de pasajes del A.T. considerados proféticos del Mesías por los rabinos es provista por Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah,  (La vida y tiempos de Jesús el Mesías) 2 vols., 3rd ed. (Grand Rapids: Eerdmans, 1967 reprint), 2: appendix IX.

5. Manual of Discipline 9.10.(Manual de Disciplina)

6. Véase la discusión en Millar Burrows, More Light on the Dead Sea Scrolls (Más luz sobre los rollos del Mar Muerto) (New York: Viking, 1958), pp 297-99; y en Vermes, DSS en Inglés, pp 48-49.

7. T. Levi 18:16.

8. T. Judah 24:9.

9. Edersheim, Life and Times, (Vida y Tiempos) 2:720-21; nótese también la respuesta de Jesús a los fariseos en Mat 23:41-46.

10. Véase la discusión en Edersheim, Life and Times, (Vida y Tiempos) 2:710-737. Especialmente significativos son el Salmo 45, Isaías 9 y Daniel 7.

11. Para el Salmo 22, véase Edersheim, Life and Times, (Vida y Tiempos)  2:718; para Isaías 53, ibid., p 727; para Zacarías 12, ibid., p 736.

12. Babylonian Talmud, (Talmud Babilónico) Sanhedrin 98b.

13. Ver la Jewish Encyclopedia, (Enciclopedia Judía) 8:511-512; Encyclopaedia Judaica, 11:1411.

14. Babylonian Talmud, (Talmud Babilónico) Sukkah 52a.

15. Para referencias a esta gloria de Dios, véase, p.e., Ex 13:21; 14:19ss; 20:21-22; 1 Reyes 8:10-13; Eze 1; 10; 11:22-23; 43:1-7.

16. Babylonian Talmud, (Talmud Babilónico) Sanhedrin 98a.

17. Ibid.

18. e.g., 4 Ezra 7:29.

19. Babylonian Talmud, (Talmud Babilónico) Hagiga 14a.

20. Assumption of Moses (Asunción de Moisés)10:1-3.

21. 1 Enoc 46:1.

22. Babylonian Talmud, (Talmud Babilónico) Sanhedrin 98a.

23. 4 Esdras 12:32.

24. La Publicación de la Sociedad Judía Holy Scriptures According to the Masoretic Text (Las Sagradas Escrituras de acuerdo con el texto masorético) (1917, 1945) sólo traslitera los títulos en el texto, relegando la traducción a una cita de pie de página donde se maneja como una oración refiriéndose a Dios en lugar de al Mesías: “Maravilloso en consejo es Dios el Poderoso, Padre Eterno, el gobernante de la paz.” La New English Bible (1970) traduce la frase 'el gibbor aquí como “en batalla como Dios,” aunque en otros lugares en esa traducción siempre se representa como ¡“Dios Todopoderoso”!
 

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Spanish Translation: January 25, 2013