IBRI Informe Investigación No. 6 (1981, 1988)
IBRI Research Report No. 6 (1981, 1988)
EL MODELO DEL MESÍAS EN EL NUEVO TESTAMENTO
THE NEW TESTAMENT MODEL OF THE MESSIAH
Robert C. Newman
Biblical Theological Seminary (now Missio Seminary)
Hatfield, Pennsylvania
Derechos de autor © 1981, 1988 por Robert C.
Newman. Todos los derechos reservados.
Copyright © 1981, 1988 by Robert C. Newman. All
rights
reserved.
EDITOR'S NOTE
Although the author is in agreement with the doctrinal statement of IBRI, it does not follow that all of the viewpoints espoused in this paper represent official positions of IBRI. Since one of the purposes of the IBRI report series is to serve as a preprint forum, it is possible that the author has revised some aspects of this work since it was first written. |
ISBN 0-944788-06-8
En los siglos cerca del inicio de la era
cristiana, muchos judíos trataron de reconstruir las referencias
dispersas del mesías en el Antiguo Testamento con el fin de
averiguar quién era, lo que haría, cuándo
vendría, y tales. La situación en ese tiempo era como la
del cristianismo evangélico hoy, donde hay animados debates en
torno al tiempo y la naturaleza de los eventos relativos a la
segunda venida de Cristo, como se ilustran en el Nuevo Testamento.
Afortunadamente una serie de archivos de la
antigüedad, que preservan información acerca de la
especulación mesiánica en aquel tiempo, han sobrevivido.
Lo más temprano que se encuentra este material es en la llamada literatura apocalíptica --
el libro de Enoc, el Testamento de los Doce Patriarcas, los
Oráculos Sibilinos, 2 Baruc, y 4 Esdras, para nombrar solo
algunos – que datan del siglo dos antes de Cristo (A.C.) al segundo
siglo D.C.1 El descubrimiento de los rollos del Mar
Muerto, una biblioteca completa perteneciente a una comunidad
monástica judía en Qumrán, ha añadido a
dicho material, proveyendo manuscritos tempranos de la literatura
apocalíptica y también discusiones y comentarios
bíblicos cerca de la época de Jesús.2
Además del primer siglo D. C.,
tenemos escritos de los primeros cristianos, preservados en el Nuevo
Testamento. De acuerdo con estos registros, las profecías del
Mesías del Antiguo Testamento fueron aplicadas a un Jesús
de Nazaret, por Jesús mismo y sus seguidores inmediatos. En los
primeros siglos después de la época de Jesús, las
tradiciones orales y debates de los rabinos concernientes a la
profecía mesiánica se escribieron en la literatura rabínica. La
más extensa colección de esta literatura es el Talmud Babilónico.3
Durante estos siglos las profecías
acerca del Mesías del Antiguo Testamento funcionaron como los
“datos” disponibles (para utilizar terminología de la ciencia),
a partir de los cuales se construyeron varios “modelos” o
“teorías,” cada uno de ellos intentaba producir una imagen
unificada de la venida del Mesías o los Mesías. Varios
“modelos apocalípticos” fueron elaborados, incluido un “modelo
de Qumrán”; había un “modelo del Nuevo Testamento” o
“modelo cristiano”; y había varios “modelos rabínicos”
acerca del Mesías. En este capítulo, compararemos estos
modelos uno con otro y, más importante, con los datos del Antiguo Testamento.
Veremos que el modelo del Nuevo Testamento resulta ser claramente
superior a sus competidores en el ajuste con los datos del Antigua
Testamento.
En la ciencia, cuando dos o más
modelos han sido propuestos para explicar algunos fenómenos, los
investigadores tratan de diseñar un experimento crucial para
distinguir entre los modelos, uno que descarte a todos excepto a un
modelo, o que al menos demuestre su clara superioridad. En nuestro
caso, como en cualquier investigación histórica, los
experimentos no son posibles. Sin embargo todavía podemos buscar
ciertos datos cruciales que desempeñen una función
similar. De hecho, los datos del Antiguo Testamento con respecto al
Mesías contienen varias paradojas que hacen especialmente
difícil construir un modelo satisfactorio. Un modelo que sea
capaz de manejar estas paradojas será claramente superior a
aquellos que no puedan.
Esta forma particular de argumento es importante
hoy, puesto que los teólogos liberales buscan descartar
cualquier apelación a la profecía cumplida como evidencia
para el cristianismo. Los liberales a menudo acusan a los cristianos
evangélicos de parcialidad, afirmando que ellos “saquean el
Antiguo Testamento” para encontrar pasajes que puedan ser
distorsionados en predicciones acerca de Jesús. Los
evangélicos, por otro lado, sienten que el rechazo liberal de lo
milagroso plantea la cuestión de la verdad del cristianismo
bíblico, que no es nada si no es milagroso. Cualquier
investigación que pueda trasladarnos a la época de
la venida de Jesús nos permitirá experimentar, hasta
cierto punto, el impacto que estas profecías tuvieron sobre los
antiguos. Nos permitirá ver otra razón por la cual el
cristianismo experimentó ese impresionante crecimiento en el
momento en que el Judaísmo cesó de ser una
religión misionera.
No vamos a parcializar esta
investigación examinando pasajes que sólo el Nuevo
Testamento afirme que son mesiánicos, ni rechazar pasajes que el
liberalismo moderno ha dudado que sean mesiánicos. En lugar de
eso vamos a tomar en cuenta sólo pasajes que fueron considerados
mesiánicos por los antiguos rabinos.4
El Oficio del Mesías
Consideremos la venida del Mesías, no cuándo él va a venir
(el tema del siguiente capítulo) sino cómo él ha de venir.
Aunque las preguntas, “¿Ha de venir como un niño o como
un adulto?” y “¿Vendrá él públicamente o
secretamente?” son de considerable interés, vamos a limitar
aún más nuestra discusión a otro aspecto, a saber,
“¿Será la venida del Mesías una de exaltación o de humildad ?”
Naturalmente, puesto que el Mesías
es un rey enviado por Dios, uno esperaría que su venida fuera gloriosa. Esta es la imagen que
obtenemos de Dan 7:13-14:
Así el que recibe un reino universal,
eterno vendrá “con las nubes
del cielo,” algo semejante a la así llamada gloria
Shekinah del Monte Sinaí, la peregrinación del desierto y
el templo.15
Por otro lado, Zac 9:9 presenta una venida
humilde:
Siguiendo el modelo rabínico
arriba mencionado, uno querría asignar este versículo, con su
humilde venida, al Mesías ben [hijo de] José, pero Dan
7:13-14, mencionado arriba, lo asigna al Mesías ben [hijo de]
David. Sin embargo, el Mesías ben [hijo de] José no es un rey (puesto que el reinado
fue otorgado a los descendientes de David, de la tribu de Judá),
pero el jinete en Zac 9:9 es explícitamente llamado un rey. Este
versículo por lo tanto presenta un problema serio al modelo
rabínico.
Dos intentos se han hecho para mitigar la fuerza de esta dificultad. Una es el ver Zac 9:9 como una verdadera venida exaltada. Cuando el emperador persa Shapur en broma ofreció prestar a los judíos un caballo para que su Mesías no tuviera que venir en un burro, el rabí Samuel replicó, “¿Tiene usted un caballo de cien colores?”16 Samuel entonces supone que la monta del Mesías no sería un animal ordinario, sino uno sobrenatural. Esta sugerencia, sin embargo, tiene el problema que Zac 9:9 explícitamente llama la venida del rey “humilde.”
El otro intento fue propuesto por Rabí Josué.17 Él sugirió que Daniel 7 y Zacarías 9 ilustran posibilidades alternativas en lugar de la ocurrencia de ambas en la realidad. Si Israel es digno, el Mesías vendrá “con las nubes del cielo.” Si no, él vendrá “humilde y montado en un asno.”
El Nuevo Testamento, por otro lado, ilustra
estas dos venidas como reales y
sucesivas: el Mesías viene primero en humildad, a sufrir
y morir por los pecados de su pueblo; más tarde, él
regresa con poder para rescatar a su pueblo, juzgar a sus enemigos y
reinar para siempre. Esto sin duda provee un mejor ajuste con los datos
del Antiguo Testamento, puesto que no hay ninguna indicación en
los contextos que Daniel 7 y Zacarías 9 sean simplemente
posibilidades alternativas. De hecho, el Nuevo Testamento es capaz de enlazar la venida humilde con el
sufrimiento del Mesías (como no pueden los rabinos) simplemente
porque el Mesías sufriente es la misma persona que el rey que viene.
Él puede por lo tanto ser designado “rey” por el profeta (Zac
9:9) aún ante su humilde venida. Aquí nuevamente, vemos
la superioridad del modelo del Nuevo Testamento al manejar las
paradojas en los datos del Antiguo Testamento.
Habiendo examinado el oficio, la obra y la venida del Mesías, consideremos su naturaleza. ¿Qué tipo de ser iba a ser el Mesías?
Como el Mesías es llamado frecuentemente el hijo de David, sería más natural asumir que el Mesías es meramente humano. Éste parece haber sido el punto de vista de algunos escritores apocalípticos18 y del judaísmo rabínico tardío, en el cual la humanidad del Mesías, tal vez en reacción al cristianismo, vino a ser enfatizada en detrimento de cualquier característica sobrehumana. En consecuencia cuando Rabí Akiba (2do siglo D.C.) propuso que uno de los tronos en Dan 7:9 debería ser para Dios y otro para David (un nombre para el Mesías), él fue duramente reprendido por Rabí José el Galileo: “Akiba, ¡hasta cuándo va a tratar la Divina Presencia como profana! Más bien, debe significar, uno por la justicia y uno por la gracia.''19 ¡Ni siquiera el Mesías debía colocarse en tan estrecha proximidad con Dios!
Otros escritores apocalípticos, sin
embargo, vieron al Mesías como más que simplemente
humano. Por ejemplo, la Asunción de Moisés dice de la
venida del rey mesiánico:
Aquí el Mesías parece ser llamado “el
Ángel.” Del mismo modo, en el libro de Enoc, en un pasaje que
alude a Daniel 7:
Entonces algunos de los escritores
apocalípticos percibieron al Mesías como siendo angélico o como una combinación de hombre y
ángel.
El Nuevo Testamento ilustra al Mesías como un hombre, por supuesto, pero también como mucho más que un hombre. Con su doctrina del nacimiento virginal, el Nuevo Testamento transciende aún los modelos apocalípticos de un Mesías angélico. El modelo del Nuevo Testamento parece ser único en representar al Mesías como divino.
Pero de hecho el Nuevo Testamento no es único en este punto.
¡Los datos del Antiguo Testamento incluyen pasajes que exigen el
modelo del Nuevo Testamento! Por ejemplo, Miqueas 5:2 dice:
Aunque este pasaje no requiere la deidad del
Mesías, sí necesita su pre-existencia.
Esta persona habría estado activa por un muy largo tiempo (el
hebreo es consistente con un período ya sea finito o infinito),
sin embargo él reclamará una aldea judía,
Belén, como su pueblo natal. Aparentemente el Mesías va a
nacer y sin embargo ha existido mucho antes de su nacimiento. Algunos
de los rabinos, para evitar esta conclusión, imaginan al
Mesías, después de haber nacido en Belén,
esperando de incógnito por siglos
hasta que Israel fuera digno de su venida, mientras tanto hace buenas
obras vendando leprosos a las puertas de Roma!22
Que el Mesías deba ser ambos hijo de David y pre-existente se ve ocasionalmente en la literatura apocalíptica,23 probablemente debido a pasajes del Antiguo Testamento como éste. Pero debido a que nadie sabía cómo reconciliar las dos ideas, éstas no fueron enfatizadas como lo son en el Nuevo Testamento.
Otro pasaje de éstos es Isa 9:6:
El siguiente versículo deja claro que esta persona es el Mesías, puesto que él va a gobernar para siempre desde el trono de David.
Que esta persona va a nacer es aún más claro aquí que en Miqueas 5:2, sin embargo también lo es su deidad. Aunque se han hecho intentos agotadores para debilitar los títulos dados a esta persona,24 la concurrencia de título, su gobierno eterno y su pre-existencia encajan perfectamente con un ser que es tanto Dios como hombre.
Este modelo del Nuevo Testamento, que une
ambos, deidad y humanidad en una persona, también explica
algunos otros problemas desconcertantes: (1) cómo el sufriente
de Isaías 53 puede llevar los pecados de muchos; (2) cómo
se pueden dirigir al rey del Sal 45:6 como Dios; (3) cómo el
sacerdote-rey del salmo 110 es llamado “Señor” por su padre
David; y (4) por qué la muerte y resurrección del
sufriente en el Salmo 22 e Isaías 53 es tan importante tanto
para Israel como para los gentiles. Éstos son misterios en los
otros modelos Mesiánicos.
En este capítulo, hemos visto la
superioridad del modelo del Mesías del Nuevo Testamento con respecto a sus
competidores para ajustarse a ciertas referencias paradójicas
del Antiguo Testamento concernientes al oficio, obra, venida y
naturaleza del Mesías. Esto no sólo indica que el Dios
del Antiguo Testamento es Aquél que controla la historia y
anuncia “el fin desde el principio,” sino también que el Nuevo
Testamento y su Mesías son la continuación y cumplimiento
de su revelación a la humanidad.
Esta línea de argumentación
es también importante porque nos presiona a hacer una
elección sin esperar “hasta contar con todos los datos.”
Nosotros no deberíamos sorprendernos que esto sea así,
porque nosotros somos forzados a hacer esto al tomar la mayoría
de nuestras decisiones en la vida cotidiana. Ninguna teoría
científica, de hecho, está basada en una inducción
de todos los datos. Somos
confrontados justo ahora con las respuestas de la Biblia a las
preguntas cruciales de la vida, con las exigencias de Dios sobre
nosotros, y con nuestra indisposición e inhabilidad para
obedecerlo satisfactoriamente.
Hay todavía otro aspecto que le da
ventaja al modelo del Mesías del Nuevo Testamento. A diferencia
de otros modelos, también presenta una figura histórica
real como candidato para su Mesías, Jesús de Nazaret. La
mayoría de los historiadores concederá que este
Jesús ha tenido tan grande impacto en la historia como cualquier
hombre que haya jamás vivido. Sin embargo, este modelo del Nuevo
Testamento se presenta como la propia explicación de
Jesús de su persona y obra, no sólo la
evaluación de siglos posteriores.
Finalmente, el Nuevo Testamento, escrito en
el curso de la vida de gente que observó personalmente el
ministerio de Jesús, informa que él se levantó de
los muertos; que él mismo demostró estar vivo a cientos
de hombres y mujeres quienes más tarde murieron antes que
renunciar a su testimonio; que él ascendió al cielo a
esperar su segunda venida.
Que nosotros
no esperemos hasta su regreso antes de volvernos a él en
arrepentimiento y confianza, para que su sufrimiento hace dos mil
años pueda evitar nuestro sufrimiento por toda la eternidad.
1. Traducciones en Inglés de la mayoría de estas obras
pueden encontrarse en R. H. Charles, ed., The Apocrypha and Pseudepigrapha of the
Old Testament, (La Apócrifa y Pseudoepígrafa del Antiguo
Testamento) 2 vols. (Oxford: Clarendon Press, 1910) y en James
H. Charlesworth, ed., The Old
Testament Pseudepigrapha, (La Pseudoepígrafa del Antiguo
Testamento) 2 vols. (Garden City: Doubleday, 1983-85).
2. Entre muchas discusiones de los rollos del Mar Muerto,
véase F. M. Cross, Jr., The
Ancient Library of Qumran and Modern Biblical Studies, (La Antigua
Biblioteca de Qumrán y Estudios Bíblicos Modernos) 2nd
ed. (Garden City: Doubleday, 1961); William S. LaSor, The Dead Sea
Scrolls and the New Testament (Los rollos del Mar Muerto y el Nuevo
Testamento) (Grand Rapids: Eerdmans, 1972); and G. Vermes, The Dead Sea Scrolls in English (Los
rollos del Mar Muerto en Inglés) (Baltimore: Penguin,
1968). Vermes también provee traducciones de los escritos
propios de la secta de Qumrán.
3. La traducción Inglesa Estándar es Isidore Epstein,
ed., The Babylonian Talmud, (El
Talmud Babilónico) 35 vols. (London: Soncino, 1935-52).
Para ayuda al explorar esta vasta colección, yo sugiero Hermann
L. Strack, Introduction to Talmud
and Midrash (Introducción al Talmud y Midrás)
(New York: Atheneum, 1969 reprint) y A. Cohen, Everyman's Talmud (El Talmud de cada
hombre) (New York: Schocken, reimpresión 1978 ).
4. Una discusión conveniente de pasajes del A.T. considerados
proféticos del Mesías por los rabinos es provista por
Alfred Edersheim, The Life and Times
of Jesus the Messiah, (La vida y tiempos de Jesús el
Mesías) 2 vols., 3rd ed. (Grand Rapids: Eerdmans, 1967
reprint), 2: appendix IX.
5. Manual of Discipline 9.10.(Manual de Disciplina)
6. Véase la discusión en Millar Burrows, More Light on the Dead Sea Scrolls
(Más luz sobre los rollos del Mar Muerto) (New York:
Viking, 1958), pp 297-99; y en Vermes, DSS en Inglés, pp 48-49.
7. T. Levi 18:16.
8. T. Judah 24:9.
9. Edersheim, Life and Times,
(Vida y Tiempos) 2:720-21; nótese también la
respuesta de Jesús a los fariseos en Mat 23:41-46.
10. Véase la discusión en Edersheim, Life and Times, (Vida y Tiempos)
2:710-737. Especialmente significativos son el Salmo 45, Isaías
9 y Daniel 7.
11. Para el Salmo 22, véase Edersheim, Life and Times, (Vida y Tiempos)
2:718; para Isaías 53, ibid., p 727; para Zacarías 12,
ibid., p 736.
12. Babylonian Talmud, (Talmud
Babilónico) Sanhedrin 98b.
13. Ver la Jewish Encyclopedia,
(Enciclopedia Judía) 8:511-512; Encyclopaedia Judaica, 11:1411.
14. Babylonian Talmud, (Talmud
Babilónico) Sukkah 52a.
15. Para referencias a esta gloria de Dios, véase, p.e., Ex
13:21; 14:19ss; 20:21-22; 1 Reyes 8:10-13; Eze 1; 10; 11:22-23; 43:1-7.
16. Babylonian Talmud, (Talmud
Babilónico) Sanhedrin 98a.
17. Ibid.
18. e.g., 4 Ezra 7:29.
19. Babylonian Talmud, (Talmud
Babilónico) Hagiga 14a.
20. Assumption of Moses
(Asunción de Moisés)10:1-3.
21. 1 Enoc 46:1.
22. Babylonian Talmud, (Talmud
Babilónico) Sanhedrin 98a.
23. 4 Esdras 12:32.
24. La Publicación de la Sociedad Judía Holy Scriptures According to the Masoretic
Text (Las Sagradas Escrituras de acuerdo con el texto
masorético) (1917, 1945) sólo traslitera los
títulos en el texto, relegando la traducción a una cita
de pie de página donde se maneja como una oración
refiriéndose a Dios en lugar
de al Mesías: “Maravilloso en consejo es Dios el
Poderoso, Padre Eterno, el gobernante de la paz.” La New English Bible (1970) traduce la
frase 'el gibbor aquí
como “en batalla como Dios,” aunque en otros lugares en esa
traducción siempre se representa como ¡“Dios Todopoderoso”!
Produced for IBRI
Harleysville, PA 19438
Spanish Translation:
January 25,
2013